En los medios

La Nación
13/09/17

Carrera corporativa: "¡Socorro!, llegué a los 40 años y no soy gerente"

"Lejos de ser un mito, la crisis de los 40 también se siente en la vida empresaria", opina el profesor de la Escuela de Negocios

Por Andrés Hatum

¿La crisis de los 40 es un mito o una realidad? Cuando alguien está por cambiar de década para dar paso a los 40 años, una mueca de terror se vislumbra en la cara. Pareciera que los 40 años traen de todo menos alegría.

Un estudio realizado por Andrew Oswald y David Blanchflower, de las universidades de Warwick y Dartmouth, respectivamente, recabó información de dos millones de personas de 80 naciones y concluyó que, efectivamente, la crisis de los 40 existe. De acuerdo con el estudio, la felicidad tiene una forma de curva: es más alta al principio de la vida y al final y tiene su punto más bajo entre los 40 y los 44 años en promedio. Esto varía un poco por país y por sexo: las mujeres son más infelices cerca de los 40, y los hombres, cerca de los 50.

El estudio no aclara las causas de la infelicidad, sino que asevera que simplemente existe. Andrew Oswald, uno de los autores, aclara respecto del estudio: "Algunas personas sufren más que otras, pero en nuestros datos nos hemos dado cuenta de que esto pasa por igual a hombres y a mujeres, solteros o casados, ricos o pobres, con o sin hijos". O sea, nadie está exento. ¿Qué puede provocar esta crisis?

El ciclo de vida personal: nuestra vida empieza siendo hijos, adolescentes (en crisis) y luego vienen las décadas: los 20, los 30, los 40, etc. Cada década presenta alguna crisis personal o profesional. Los 20 años son gloriosos y a partir de los 30 los sociólogos dicen que las mujeres entran en una crisis producto del ciclo vital. El hombre tarda un poco más, producto de su inmadurez. Si a los 40 no tenemos clara nuestra identidad personal y profesional, vemos en el hombre una transformación: empieza a ir al gimnasio o a hacer crossfit, usa pantalones chupines, zapatillas Gola, morral y, el último grito de la moda, se compra una moto y se va con los amigos de viaje. Es lo que en criollo diríamos un pendeviejo. Eso es un hombre en crisis.

El ciclo de vida familiar: hoy, el concepto de familia es amplio, por lo que cada uno va armando su propia estructura. Aquellos que tienen hijos terminan agotados, pero felices. Con la esperanza de vida superando los 80 años, quedan 25 años más con la media naranja o naranjo que se convirtió en un agrio limón. Por supuesto, cada persona tiene su ciclo de vida familiar propio y encuentra felicidad (e infelicidad) en diferentes etapas.

El ciclo de vida profesional: esta crisis se puede observar a nivel laboral cuando llegados los 40 las organizaciones piden poner todo el esfuerzo por lo que han apostado (si es que lo han hecho). Justo en ese momento uno puede sentirse algo perdido si es que la identidad profesional no está consolidada. Las preguntas abundan a esa edad debido al horizonte temporal. Hay un recorrido pero falta otro tanto a nivel laboral: ¿qué quiero hacer? ¿Qué trabajo me hace feliz? ¿La carrera actual es la que quiero a futuro? Si a los 30 tenía la ambición de ser gerente, director o presidente de una empresa, los 40 hacen caer en la realidad corporativa si no se llegó a ninguna de esas posiciones. Por eso a partir de cierta edad se buscan alternativas al trabajo, ya que no se quiere dar todo el tiempo al mismo. Allí hacen su aparición los hobbies, el yoga, el mindfulness y el tarot (para vislumbrar el futuro).

Aquellos que optan por la carrera corporativa tienen que recordar que mientras más arriba estén la cárcel será más cómoda. Si uno sabe manejar el balance entre el trabajo y la vida personal, perfecto. Caso contrario, la cárcel de lujo puede ser sofocante por más importantes que sean los beneficios o grande el auto que ofrezca la compañía.

Estos tres ciclos de vida explicados aquí con cierta ironía se entrecruzan y marcan claramente tres momentos de la vida profesional: el inicio de la carrera, la carrera media y el final. El inicio de la carrera nos encuentra felices a nuestros 20 y pico de años, donde conseguimos un trabajo que aunque pague poco al menos paga. Es una edad en la cual la motivación y la energía acompañan el crecimiento y los desafíos profesionales. La siguiente etapa, el ciclo medio profesional, es en la que se puede desatar la crisis. Allí pueden entrar las dudas respecto de la identidad personal y profesional y alejarnos de la organización cuando la empresa más nos necesita. El final de la carrera es un momento de acercamiento a la organización. Pero cuidado: hay que ver qué lugar puede ofrecer la compañía cuando se está más cerca de la puerta de salida.

La buena noticia es que la felicidad completa vuelve a edad avanzada. Si a los 80 estamos físicamente bien y no hay aterosclerosis, se volverá a ser feliz.

Momento clave

Al promediar los 40 años, las empresas exigen un esfuerzo extra de los ejecutivos y también es el momento en que se decide si se hará carrera dentro de la corporación o si es hora de buscar nuevos horizontes profesionales.