En los medios

Clarín
28/07/17

¿Seguimos culpando al periodismo?

El profesor y director de la carrera de Abogacía de la Di Tella sostiene que "es ingenuo pensar que hace falta presionar o extorsionar a la gente para que invente que es pobre, consume drogas o delinque".

Por Ezequiel Spector

Hace un par de semanas, el equipo periodístico del programa Periodismo Para Todos entrevistó a un menor de 11 años que, viniendo de una familia muy pobre, y sin estar asistiendo actualmente al colegio, afirmó ser consumidor de droga y haber delinquido varias veces para conseguir “plata fácil”. Aunque parte de la imagen estaba pixelada para que no aparezca su rostro, se pudo ver en él, con mucha nitidez, la situación de millones de niños en el país, producto de décadas de mala praxis gubernamental disfrazada de justicia social.

En ese contexto, surgió nuevamente la posibilidad de debatir cuáles fueron las causas de este caos social, y por qué buena parte de la clase política insiste con fórmulas económicas que ya fracasaron.

Pero, otra vez, desaprovechamos la oportunidad. En Argentina, hace años que no discutimos seriamente la pobreza ni la marginación. Estamos muy ocupados cuestionando al periodismo que las da a conocer. Nos gusta buscar oscuras intenciones, criticar su ánimo de lucro o su insensibilidad.

La emergencia social que se vive pareciera ser un tema secundario. La prioridad es decirles a los periodistas de qué forma evidenciarla. Si incumplen, nos mostraremos profundamente indignados, especialmente preocupados por los derechos de los niños, como nunca antes lo estuvimos, ni siquiera cuando los diferentes gobiernos los condenaron a la miseria. A los políticos podemos perdonarlos y volver a votarlos. Pero los periodistas nos generan una bronca especial.

Lamentablemente, en el país, podemos encontrar historias trágicas donde busquemos. Estos testimonios sobran. Y son reales. Es ingenuo pensar que hace falta presionar o extorsionar a la gente para que invente que es pobre, consume drogas o delinque.

Casos así hay muchos, y en casi todas las franjas etarias. No es la intención aquí establecer qué sucedió en el caso particular. Sería poco serio sin haber estado allí. Pero es sumamente extraño acusar al periodismo de inventar o exagerar historias trágicas, cuando ya sabemos que esas historias abundan. Son estas últimas las que hay que discutir, dado que constituyen la expresión más fiel de fracasos económicos que nos vienen azotando hace ya muchas décadas.

En definitiva, le hemos quitado relevancia a las problemáticas que nos invaden, y se ha impuesto lo que podríamos llamar la cultura del “cómo”. No nos preocupa tanto qué sucede, sino cómo se comunica, así que terminamos enredándonos en esas discusiones que tanto apasiona a buena parte de la intelectualidad.

Por un lado, decimos públicamente que la principal causa de la inseguridad es la pobreza. Pero, cuando el periodismo muestra que alguien sin recursos ni educación sale a robar, nos quejamos de que estigmatiza a los pobres. ¿Cómo salimos de esta encrucijada?¿Tenemos que concluir que hay que decirlo, pero no hay que mostrarlo? ¿O que hay que mostrarlo, pero de una cierta forma? Y así continúa el debate. La pobreza será cada vez mayor, pero ¡qué bien la comunicaremos!

Ezequiel Spector es profesor y director de la carrera de Abogacía de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT)