En los medios

Clarín
11/07/17

Pos-globalización: del G20 al G19+1

Para el profesor de Relaciones Internacionales de la UTDT, "en el Comunicado final del G20 se selló el divorcio climático y nada hace pensar en un reencuentro: clima y comercio separan al grupo de los 19+1"

Por Carlos Pérez Llana
Como viene sucediendo, el Grupo de los 20 “no encuentra vientos favorables porque no tiene rumbo”. La idea de coordinar a las principales potencias viene de la década de los ’70. En aquellos años el francés Valery Giscard d’ Estaing convocó en Rambouillet a los Jefes de Estado del mundo industrializado para coordinar políticas en orden a hacer frente a un desafío: la cuadruplicación de los precios del petróleo instrumentada por la OPEP. La historia continuó: Grupo de los 7, Grupo de los 8 y finalmente el G20. La idea pudo ser correcta; por default, sustituyó simbólicamente al Consejo de Seguridad sumando a las economías emergentes. Recién en el 2008, ante la crisis financiera global, el Grupo se perfiló como el garante de última instancia de una gobernabilidad global mínima. Desde aquel año hasta la fecha hubo mucha rutina diplomática y poca sustancia.

Con la agenda climática, y el desafío medioambiental, el G20 pudo haber asumido esa responsabilidad como prioritaria. Por esa razón en el temario de Hamburgo clima, comercio internacional y terrorismo debieron ser prioridades. Ya en mayo se supo que había poco espacio para el optimismo. En la reunión del G7, celebrada en Taormina, apareció el “efecto Trump”. Para él, “América First” significa emprender la retirada de la globalización, específicamente en materia climática y comercial.

Acosado por las denuncias de la conexión rusa, que le habría facilitado el acceso la Casa Blanca; la caída de su popularidad; las dificultades que encuentra para lograr el apoyo legislativo y habiendo transformado el “trumpismo” en un populismo cultural, que moviliza su base social, mientras beneficia a los ricos disminuyendo impuestos y eliminando programas sociales, siendo portavoz de un programa basado “en el pueblo contra las élites”, acude a una práctica internacional que se alinea con su discurso de campaña. En ese sentido, proteccionismo, migraciones y condena a las políticas medioambientales están concebidas para retener a una base blanca que lo apoya porque expresa la cólera post-crisis del 2008. El “éxito” de Trump está a la vista: el 87% del público republicano lo apoya.

Con este antecedente, mientras el “trumpismo” gobierne no existen posibilidades de cooperación internacional que incluyan a los EE.UU. Para Trump lo más importante de la Cumbre de Hamburgo fue su larga conversación con Vladimir Putin. ¿Qué logró? Que el líder ruso desmintiera que sus servicios de inteligencia hubieran jugado un papel estratégico en la campaña electoral americana, atacando y debilitando a la candidata demócrata. Claro está que la suerte de Trump depende de las investigaciones que se realizan en Washington.

El bilateralismo -los encuentros entre Jefes de Estado-, ¿justifica entonces estas Cumbres del “Grupo de los 20”? Obviamente es mejor que estos dirigentes se encuentren en vez de ignorarse. Tal vez sirvan para poco, pero resultan indispensables. Un ejemplo. No se explica el apuro exitoso del Acuerdo Comercial Unión Europea-Japón sin la consigna de “llegar a tiempo” antes del G 20. Fueron razones políticas y geopolíticas las que aceleraron las discusiones entre Tokio y Bruselas. Aparentemente en el G7 de Taormina, los europeos y el primer ministro japonés S. Abe acordaron responderle inmediatamente al proteccionismo de la Casa Blanca. El Acuerdo Jefta (Japan-EU Free Trade Agreement ) es también una respuesta al congelamiento de Trump al esquema comercial Transpacífico que el presidente Obama supo pergeñar. En materia climática también Trump opera como factor catalítico. En Hamburgo, el presidente E. Macron convocó para diciembre a un nuevo encuentro climático, Washington no será de la partida. En el Comunicado final del G20 se selló el divorcio climático y nada hace pensar en un reencuentro, clima y comercio separan al grupo de los 19+1. ¿Subsiste un espacio dónde puedan converger?

Es probable que en materia de terrorismo pueda establecerse una mayor cooperación, todos deben hacer de necesidad virtud. En principio el camino elegido es correcto, a través de las instancias del GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional) los Jefes de Estado se comprometieron a establecer un cerco que le impida a las organizaciones terroristas acceder y movilizar recursos. El momento es propicio, luego de la caída de la ciudad iraquesa de Mosul, “la Capital del Emirato Islámico”, del probable retorno de Al Qaeda y del recrudecimiento de la guerra civil entre sunnitas y chiitas.

En este nuevo tablero aparecen nuevos interrogantes de cuya suerte dependen estas Cumbres. ¿Cuáles son los designios de Pekín, se adapta o impulsa la globalización? Rusia ¿es capaz de abandonar la política revisionista en Europa simbolizada en Ucrania? Europa es capaz de beneficiarse del nuevo triangulo emocional que frasea Dominique Moisi: “Londres dejó de sentirse superior a Francia y París no se siente más inferior a Alemania”. Tal vez, la clave pasa por reconocer, como sostiene C. Kupchan (asesor de Obama para asuntos europeos), que no existe un mundo sin Occidente, pero eso supone que pueda existir un Occidente sin los EE.UU.