En los medios

La Nación
17/05/17

Gary Shea, el inglés que cumplió su sueño de mudar de lengua

Este joven, graduado del máster en Periodismo que dicta la UTDT junto al diario La Nación, escribió "Trabalenguas", su primera novela en español

Por Verónica Dema
Gary Shea nació en Manchester, Inglaterra, el 24 de mayo de 1984. A los 20 años empezó a estudiar español y, al mismo tiempo, a escribir cuentos. Como si esa segunda lengua lo hubiera habilitado o desinhibido. Hace siete años llegó a Buenos Aires para cursar el máster en Periodismo de LA NACION y la Universidad Torcuato Di Tella. Ahora, que acaba de publicar su primera novela, de tono autobiográfico, reconoce: "Si tuviera que encontrar un paralelo entre Lenny, el protagonista de la novela, y yo diría que ambos vimos la experiencia del máster como una posibilidad de medirnos, de ponernos a prueba en una suerte de examen final".

Trabalenguas, como se titula la novela, trata acerca de Lenny, un joven que decide abandonar su lengua materna para escribir en otro idioma. "Personalmente, nunca tuve esa idea porque habría significado cortar el vínculo con mi familia, con los amigos que me quedan en Inglaterra. Pero el castellano pasó a ser mi primer idioma, el que uso todos los días, aunque no sea mi lengua materna y esa experiencia es lo que me llevó a pensar en cómo sería para un adulto de treinta años no hablar nunca más su lengua materna, desprenderse de todo lo anterior", dice, en este intercambio vía mail con LA NACION.

En una conversación entre Lenny y uno de sus amigos, Oscar, se lee: "El idioma del escritor no es sólo algo que él usa, sino una parte constitutiva de lo que él es. Llegué a la conclusión de que mi lengua materna no era un destino". Y el protagonista inglés se permite una crítica de lo que define como la "soberbia lingüística" de su país. "Por primera vez me molestó ser inglés, me molestó que los extranjeros tuviesen que aprender nuestro idioma antes que cualquier otro y, nosotros, ninguno. El hecho de habernos creído superiores durante siglos, imponiendo nuestra lengua allá por donde conquistábamos, nos había vuelto ignorantes".

La tarea de apropiarse de otra lengua le requirió a Lenny esfuerzo, voluntad, práctica. "Mi pronunciación seguía siendo forzada", cuenta en un momento el protagonista. "Pasaba horas frente al espejo repitiendo palabras con doble erre y trabalenguas. Por momentos sonaba como una moto averiada que no termina de arrancar".

-¿Por qué te propusiste escribir este libro?

-Siempre tuve la idea de escribir una novela pero nunca la paciencia de ir más allá del cuento. Me aburría rápido, me faltaba disciplina para desarrollar un texto, darle cuerpo. En el caso de Trabalenguas encontré un tema que me entusiasmaba mucho, que daba para explotar. Además, nunca había leído una novela cuya argumento central fuera el cambio de idioma, entonces, a partir de mi propia experiencia empecé a crear una obra de ficción.

-¿Cómo surgió el título Trabalenguas?

-La idea de Lenny es rehacerse en otro idioma. En esa larga empresa le ponen muchas trabas, además de las que se autoinflige. Eso me hizo pensar en los trabalenguas, aquellas frases difíciles de pronunciar con fluidez y naturalidad.

-¿En tu caso, como el personaje, tuviste la idea de renunciar a tu lengua materna?

-Nunca tuve esa idea porque habría significado cortar el vínculo con mi familia, con los amigos que me quedan en Inglaterra. Pero el castellano pasó a ser mi primer idioma, el que uso todos los días, aunque no sea mi lengua materna (no siempre son la misma cosa), y esa experiencia es lo que me llevó a pensar en cómo sería para un adulto de treinta años no hablar nunca más su lengua materna, desprenderse de todo lo anterior. Me interesaba explorar ese mundo.

-¿Qué significa para vos conocer y hablar otra lengua?

-Fue la decisión más acertada que tomé en mi vida. No hay mejor forma de conocer un país que a través del idioma que habla su gente. Cuando viajo a países cuyo idioma no conozco siento que me falta algo. El idioma es la llave de acceso al humor, a la ironía y a la idiosincrasia de las personas.

-¿Cómo fue tu trabajo para poder escribir este libro en castellano?

-Siempre fui muy metódico con el castellano porque para mí es un oficio, le dedico mucho tiempo, como quien estudia música o practica un deporte de alto rendimiento. Mi objetivo desde el principio fue hacerlo mío, usarlo para escribir y, al dedicarle tanto tiempo durante tantos años, se fue transformando en algo muy natural. Pero una cosa es saber escribir correctamente, sin faltas de ortografía, y otra cosa es hacer literatura, narrar. Por eso hice circular el manuscrito entre amigos con cierta formación literaria que me ayudaron a mejorar el texto con sus críticas. Sin embargo, nadie puede enseñarte a escribir literatura: la literatura se practica, se cultiva, se busca. Y es una búsqueda constante.

-¿Cómo percibís el tema de la soberbia lingüística en tu obra y en tu vida?

-Creo que hablar idiomas te abre muchas puertas cultural e intelectualmente. En general, las personas que vienen de países de habla inglesa no muestran ningún interés por otros idiomas, como si fuera una pérdida de tiempo, porque pueden viajar por todo el mundo usando su lengua materna y, entre empresas internacionales, se comunican únicamente en inglés. En Inglaterra, por ejemplo, sólo se escucha música en inglés, sólo se ven películas de Inglaterra o Estados Unidos. Existe un rechazo táctico hacia otros idiomas, una suerte de autocensura con la que no me siento identificado.

-Aparece a lo largo de tu libro cierto perfil de argentinidad: ¿cómo fuiste seleccionando los temas a tocar?

-La novela terminó siendo un trabajo antropológico. Yo creo que el extranjero es, por antonomasia, antropólogo. Lenny, cuando llega a Buenos Aires, observa todo desde una distancia, tratando de comprender ciertas costumbres y actitudes. Al ser nuevo en la ciudad posee cierta sensibilidad para las cosas vernáculas que quizás el local pasa por alto.

-Malvinas, un tema que aparece en la novela, ¿cómo padece el personaje principal el hecho de ser inglés en la Argentina?

-Es imposible no incluir este tema. Es una de las primeras preguntas que un argentino le hace a un inglés: ¿Qué opinás de Malvinas? Presupone que el inglés defiende al gobierno británico porque ese es su deber como ciudadano, defender lo propio. En algún momento Lenny se ve perjudicado por este tema, como si él fuera el culpable del pasado colonialista de su país; es sólo uno de los estereotipos contra los que lucha inútilmente a lo largo de la novela en un intento disparatado de abandonar su vieja piel.

-Acerca de la edición independiente: ¿cómo surgió Guiri editora?

-La intervención de una editorial encarece el precio del libro y significa que el autor se lleva un porcentaje exiguo de las ventas. Que la editorial gane más que el creador, que invirtió años en escribir una novela, me parece injusto. Por eso opté por la edición independiente. Realicé una campaña de financiación colectiva y gracias al apoyo de más de cien personas pude imprimir mi novela directamente con una imprenta, sin intermediarios. Es más, la mayoría de los colaboradores se llevó un ejemplar de Trabalenguas, lo que me ayudó a generar una pequeña comunidad de primeros lectores. El libro sale un 80% más barato de lo que saldría en las librerías y el autor se lleva todas las ganancias.

-¿Dónde se consigue tu libro?

-Se lo vendo directamente al lector, sin intermediarios. Se hace el pedido a través de mi página de facebook y coordinamos fecha y lugar de la entrega.

Shea forma parte de Perdedores vitales, un grupo de escritores que se junta en el bar Varela Varelita, a departir acerca de literatura. "Somos tres amigos: Blanc, el único argentino del grupo; Farra, gallego; y el Guiri, yo. Nos conocimos en un taller literario hace unos años, justamente cuando yo estaba escribiendo Trabalenguas. Nuestra amistad consiste en juntarnos a tomar algo, hablar de libros e imaginarnos viviendo de lo que nos gusta", cuenta. "Si uno quiere dedicarse a la literatura es aconsejable alimentarse de otros escritores, buscar espacios donde compartir lecturas, textos, ideas".

Esa batalla que se dispuso a dar Shea (como Lenny), mudar de idioma, le exige una transformación más allá del lenguaje, una conquista cultural que lo compromete hasta los huesos.