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Diario Perfil
3/10/16

El regreso del termómetro

Pero la tasa de pobreza, como se conoce a la medición publicada días at rás, actúa como un “termómetro de la pobreza”. Al igual que el termómetro mide la temperatura corporal, y uno interpreta sus resultados por comparación entre el valor reportado y 36,5 º (la temperatura normal del cuerpo), la importancia de la tasa de pobreza no es su valor en sí mismo sino la comparación con otros de la misma medición en el tiempo y entre regiones.

Por Martín González Rozada

Después de diez años de apagón estadístico, el Indec volvió a publicar los datos de pobreza.

Ahora sabemos que el 23,1% de los hogares y el 32,2% de las personas que viven en los centros urbanos del país son pobres. Esta medida se conoce como la medición de la pobreza por línea, una metodología que identifica a los hogares (personas) pobres a partir de la comparación de sus ingresos con un umbral llamado “Línea de Pobreza” y determinado por una canasta de bienes y servicios que se consideran necesarios para satisfacer las necesidades básicas de esos hogares. Obviamente, ésta no es la única medida de pobreza, sino que existen mucha s alternativas.

Pero la tasa de pobreza, como se conoce a la medición publicada días at rás, actúa como un “termómetro de la pobreza”. Al igual que el termómetro mide la temperatura corporal, y uno interpreta sus resultados por comparación entre el valor reportado y 36,5 º (la temperatura normal del cuerpo), la importancia de la tasa de pobreza no es su valor en sí mismo sino la comparación con otros de la misma medición en el tiempo y entre regiones. El Indec nos dice que en el noreste el 40,1% de las personas son pobres y que en la Patagonia lo son el 24,7%.

Desafortunadamente, el valor publicado para el segundo trimestre de 2016 no puede compararse con otros anteriores para saber si la pobreza aumentó o no –sólo podremos hacerlo con valores futuros. Y no puede compararse porque los datos de ingresos de los hogares (personas) que se utilizan para hacerlo se obtienen de la Encuesta Permanente de Hogares, que a partir de 2007 presenta omisiones en la cobertura geográfica, discrepancias en las proyecciones de población y prácticas sesgadas para realizar el trabajo de campo, entre otras falencias que documentó el Indec en el anexo a la presentación de los principales indicadores del mercado laboral en agosto pasado.

En la elaboración de los datos de pobreza que se presentaron el miércoles el Indec introdujo mejoras a la metodología con la que calculaba las tasas de pobreza hasta 2006. Esas mejoras pueden verse en la “Actualización de la metodología oficial de cálculo de las líneas de pobreza” (http://www.cepal.org/deype/mecovi/docs/TALLER13/ 4.pdf). Una de las actualizaciones es que se consideran líneas de pobreza para cada región del país, atendiendo a los patrones de consumo de cada una de ellas. En la metodología anterior, basada en la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) de 1984/5, la línea de pobreza se definía sólo con el patrón de consumo de los habitantes del Gran Buenos Aires.

En función de estos nuevos patrones también se actualizó la canasta básica de alimentos (CBA), que marca el umbral a partir del cual un hogar (persona) no es indigente (la “Línea de Indigencia”).

En términos prácticos esta actualización de la CBA no tiene ningún efecto considerable: a precios de mercado, las valorizaciones de la CBA anterior y la nueva dan resultados muy similares. La otra gran mejora metodológica es la actualización de la estructura de los gastos de consumo de los hogares desde la ENGHo de 1984/5 a la ENGHo 2004/5.

En particular para la población de referencia, definida como el conjunto de hogares cuyos consumos de alimentos satisfacen los requerimientos nutricionales que permiten un desarrollo fisiológico normal. Si uno observa el patrón de consumo de alimentos aprecia cambios en el tiempo. En 1984/5 los hogares de la población de referencia destinaban casi el 50% de su gasto en consumo al rubro alimentos, mientras que en 2004/5 era alrededor de 10 puntos menos.

El porcentaje de gasto en alimentos se utiliza para pasar de la CBA a la canasta básica total (CBT), que determina el umbral de la pobreza. Multiplicando la CBA por la inversa del gasto porcentual en alimentos se llega a la CBT. Al caer en el tiempo, el gasto de consumo en alimentos como proporción del gasto total de los hogares de la población de referencia aumenta la brecha entre la línea de indigencia y de la pobreza. Esto va a exigir un mayor esfuerzo para el Gobierno.